ARGUMENTO

En una fría noche de invierno una joven llamada Eva Laurent encuentra en su habitación un extraño colgante que empieza a brillar en la oscuridad. Al principio no le da importáncia, ya que se piensa que es un regalo de su madre, pero poco a poco va a descubrir que aquel extraño objeto va a cambiar su vida por completo.


lunes, 10 de septiembre de 2012

CAPÍTULO 1

¡Hola! Soy Esther y soy una de las escritoras de Aylan. Mis amigas y yo hemos decidido hacer otro blog a ver que os parece ^^ ¡Espero impaciente vuestros comentarios!



- ¡Eva! ¡Despierta que llegas tarde!
Rápidamente pego un bote de la cama. Miro el reloj. Mamá lleva razón... ¡Me he dormido veinte minutos! Encima hoy es miércoles y a primera hora me toca con la borde de Sociales. Tengo que darme prisa o me quedaré fuera de clase.
Cojo unos pitillos amarillos y una camiseta blanca del H&M y me los pongo rápido y corriendo.  Después miro entre cinco tipos de zapatos y decido ponerme unas bambas “converse” de color negro. Ahora solo falta arreglarme un poco.  Me dirijo al baño corriendo, me peino mi largo y liso pelo pelirrojo y me lo recojo con una coleta blanca  lateral. El flequillo me lo dejo caer por la frente en forma de cortinilla. Un poco de colonia por aquí y un poco de desodorante por allá. Perfecta. Me miro otra vez al espejo pero me falta algo... ¡Los ojos! No me los he pintado. Abro el estuche de maquillaje y cojo el lápiz de ojos color negro, me hago la raya de el párpado y luego la del interior. Un poco de rimel y ahora sí que estoy perfecta. Me guiño el ojo a mi misma y salgo corriendo.
- ¡Hija! ¡No te dejes el desayuno! - Mi madre grita  desde la cocina como una loca.
Agarro la mochila y me cuelgo una de sus asas, agarro las llaves de casa y las guardo en su interior. Luego cojo el móvil y lo coloco en el bolsillo trasero del pantalón. Corro otra vez para la cocina, le doy un beso a mi madre en la mejilla y ella me da el bocadillo. Abro la puerta y me voy. No tengo tiempo para esperar el ascensor así que bajo por las escaleras.
Las prisas que me he dado no han servido de nada. He llegado cinco minutos tarde y la puerta del aula ya estaba cerrada, no me queda más remedio que esperar fuera.  Me siento en las escaleras y me empiezo a comer el bocadillo ya que al final no he comido nada antes
de salir. Es de lomo, mi favorito. Cuando voy a dar el tercer bocado oigo que alguien llega a mis espaldas. Es Alicia que también llega tarde, algo normal en ella. Ali es la mejor amiga de Amanda, la guapa de la clase. Es rubia con unas mechas marrones y unos ojos azules que vuelven locos a cualquier chico, por no hablar de su escote... ¡Eso sí que los vuelve locos! Además siempre lleva ropa muy ajustada que resalta más su figura.


- Buenos... días... Eva... - Pobrecilla, aún intenta recuperar el aliento.
- Buenos días Ali, ¿quieres bocata?
- Sí, por favor... - Se sienta y me coge un trozo. Ya suponía yo que no había almorzado.
Alicia, a diferencia de Amanda, es una chica más sencilla pero también muy guapa. Tiene un pelo corto, mejor dicho, muy corto y liso de color naranja que combina perfectamente con sus ojos azules. También tiene buen cuerpo, pero no le gusta provocar tanto como a su amiga.
- Hoy tienes los ojos diferentes, ¿te has echo algo?
- Sí, me los he pintado, ¿se nota mucho? ¿Me quedan mal? - Se lleva la mano a la cara tapandose.
- No, no, tranquila, te queda genial, resalta más tus ojos.
- ¿Sí? La idea de pintármelos fue porque me fijé en ti.
- ¿En mi?
- Sí, a ti el maquillaje también te resalta los ojos verdes que tienes. - La verdad es que lleva razón. Pero mis ojos son más bien  turquesas, el problema es que al ser invierno oscurecen.
- Gracias. - Sonreímos.
La hora que he pasado fuera de clase con Alicia se ha pasado volando. Las dos hemos hablado de nuestras cosas y ella me ha explicado que la razón por la que está siempre con Amanda es porqué ella la defendió cuando era pequeña y unos niños la insultaban. La verdad, si no fuera porque viene de ella nunca pensaría que esa presumida fuera capaz de hacer eso. Todo iba bien hasta que la profe de Sociales apareció y nos echo la bronca por llegar tarde. Menos mal que ahora toca matemáticas y el profesor es mucho más majo. Entro en clase y me siento al lado de mi compañero. Es un chico moreno de ojos castaños y un poco bajito, su nombre es David.
- Buenos días, ¿que te ha pasado?
- Nada, solo me he dormido.
- Lo suponía... Le he dicho a la de sociales que habías perdido el autobús ya que ella no sabe que vives a cinco minutos de aquí.
- Muchas grácias. - David es un gran chico pero no creo que llegue a gustarme nunca. De momento, es mi mejor amigo.
- Bien chicos, es hora de empezar la clase así que silencio por favor.
Buff... ha sido una mañana muy ajetreada pero por  fin nos vamos a casa. Hoy es miércoles
así que plegamos a las doce y media. Espero a que mi amigo salga de la clase y empezamos a caminar juntos. Él vive a dos calles después de mí así que siempre vamos juntos, desde que teníamos tres años. Ahora, doce años después, seguimos siendo inseparables.
- Oye pelirroja, ¿qué tal tus padres?
- Te he dicho que no me llames así. - Odio que me llame por ese mote, lo haces desde que éramos pequeños. - Y mis padres.... Bueno, mamá está bien pero papá...Todavía sigue en Madrid. - Mis padres se separaron hace unos dos años y desde entonces los dos han cambiado mucho.
- ¿Todavía sigue en Madrid? Eso quiere decir que aún no se sabe nada de tu custoodia, ¿no? - El divorcio de mis padres fue un poco mal así que los dos discutieron mucho por quien se quedaba conmigo.
- Exacto. - Coloca la mano en mi hombro y yo le miro.
- Todo saldrá bien. - Me sonríe. Esa sonrísa siempre consigue calmarme en los momentos difíciles.
- Bueno pelirroja ya estamos en tu casa. - Le pego un puñetazo en el hombro.
- No me llames así.- Le beso en la mejilla. - Hasta mañana.
Llego a casa pero parece que no hay nadie.
- ¿Mama? ¿Estás en casa?
Nadie responde, algo muy extraño, así que me dirijo a la cocina. Iba con la idea de encontrarme con mi madre pero en su lugar hay una nota:
Cariño:
Seguramente acabes de llegar a casa, tienes la comida en la nevera así que cuando tengas hambre ya sabes. Hoy no vamos a poder comer juntas ya que estoy en un tren de camino a Madrid, tu padre ha tenido un accidente de coche. No te voy a engañar, parece muy serio ya que está en coma. Voy a quedarme dos días allí para ver como evoluciona, ya te iré escribiendo. He hablado con la madre de David y te puedes quedar en su casa si quieres. Cuídate.
Te quiero, Mamá
¿Madrid? ¿Accidente? ¡¿Coma?!

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