La cortina blanca que separa mi camilla del pasillo se abre de repente. David aparece y se sienta junto a mis piernas.
- ¿Qué le ha dicho la doctora a tu madre?
- Te tienen que hacer más pruebas: análisis, un electroencefalograma, visitas al otorrino...
- Espera, me he perdido a partir de los análisis.
- Uff... A ver, te miraran la cabeza por si tienes algo que te produzca esos sueños y también los oídos por si los mareos provienen de algo interno.
- Vaya... ¿Y es necesario que me saquen más sangre?
- Sí, ya se que le tienes fobia a las agujas pero es lo que hay.
- Bueno, pues tendré que aguantarme un poco, no importa. Dile a la enfermera que estoy preparada.
- No te preocupes, no te lo harán hoy, tienes cita para pasado mañana.
- ¿En serio? ¿Me puedo ir a casa?
- No, te puedes ir a MI casa. Pasarás la noche con nosotros y si mañana estás mejor irás donde quieras.
- Pero...
- Ni pero ni para, te vienes y punto.
Asiento con la cabeza y entonces entra la doctora con Elisa, la madre de Dav. Me empiezan a explicar todo pero con palabras más complicadas y entonces me piden que me levante lentamente para irme a casa. Recojo algunas cosas que me había traído y nos vamos para el coche. Mario, el padre de David, está esperando en él. Cuando subo apaga la música y empieza a preguntar qué me han dicho. Tras una larga charla llegamos a nuestro destino. Entramos por la puerta y yo me dirijo a la habitación a dejar las cosas, he venido tantas veces que se donde está todo. Me siento en la cama y observo mi maleta. Dentro de ella está el collar que me ha producido todas mis alucinaciones, ¿Para qué lo tiene mamá? No lo se pero pienso descubrirlo.
- ¿Qué piensas?
- ¿Qué? Nada. ¿Tú?
- En nada.
- Venga, eso es imposible.
- ¿Para mi es imposible y para ti no?
- Sí, porque yo soy especial. - Nos reímos.
- Hacía tiempo que no venias a mi casa.
- Sí... Desde lo de mis padres. Echo de menos las charlas que nos pegábamos sobre quién nos gustaba y tonterías nuestras.
- La verdad es que eran muy buenas, ¿te acuerdas de Laura?
- ¡Sí! Madre mía no se como te pudiste fijar en ella.
- ¡Y hablas tu que estabas colada por Pablo!
- ¡Esas cosas no se recuerdan! - Más risas y risas. - ¿Y ahora? ¿Quién te gusta ahora?
- ¿En serio lo preguntas?
- Claro.
- Pues... Hay una chica que me gusta desde hace tiempo... Pero no creo que yo le guste.
- Amanda, ¿verdad?
- ¡No! Pero si alguien muy cercana a ella...
- ¡¿Alícia?!
- Has dado en el clavo.
- No te preocupes que ya sabes que no se lo contaré a nadie, quizás tendrías que pasar más tiempo con ella.
- Ya lo intento... ¿Y tu? ¿A quién tienes en mente?
- ¿Yo? - En ese momento me viene a la cabeza Marcos sonriendo. Sin quererlo yo también sonrío.
- ¿Eso es un sí?
- ¡No! Es solo que me ha echo gracia el comentario ya está.
- Seguro... Voy a ayudar a mi madre a hacer la cena, tu haz lo que quieras el portátil está donde siempre.
- Gracias Dav.
- De nada pelirroja. - Se va y cierra la puerta.
Me alegro mucho de que mis dos amigos se gusten entre sí, seguro que dentro de poco empezarán a salir. Una duda viene a mi cabeza, ¿por qué he pensado en Marcos? No se, pero no me puede gustar ya que sólo es un sueño... Un sueño al que me gustaría volver. Justo cuando dejo de pensar eso mi maleta se abre sola y empieza a salir el collar brilla como nunca antes. Esta vez no pienso desmayarme.
- ¡David! ¡David! ¡Ven rápido!
La luz se apaga. Ya no veo el collar delante mío y tampoco estoy en la habitación. Sigo en frente del espejo del baño de Blanca y están picando a la puerta.
- Eva, ¿puedo pasar? - Es la voz de Blanca.
- Cl-Claro.
- ¿Qué te pasa? ¿Estás bien?
- Sí, bueno... No.
- ¿No?
- ¡No! ¿Qué hago aquí? ¿Por qué no paro de soñar con todo esto? ¿Qué narices me está pasando? ¡Quiero volver a mi casa! - Salgo corriendo del lavabo y entonces me golpeo con algo. Inmediatamente caigo al suelo y al fijarme un poco más veo que Marcos también se ha
caído y se está tocando la frente con una mueca de dolor.
- ¿Estáis bien?
- Sí, tranquila hermanita.
- Sí... Lo siento, no se que me ha pasado.
Los dos nos levantamos del suelo y nos sentamos en el sofá. Luego se me quedan mirando como si esperaran una respuesta o algo.
- ¿Y bien? ¿Por qué has salido así del baño?
- Es que... No se... Es muy largo de explicar.
- Tranquila, tenemos tiempo.
- Pues resulta que...
Empiezo a contarles todo lo que me ha pasado: lo de papá, que mamá está con él en Madrid, mis mareos, que estoy viviendo con David... Y que creo que todo esto es un sueño.
- Vaya... Siento muchísimo lo de tu padre... Pero te puedo asegurar que esto es real como la vida misma. - Blanca me pellizca en el brazo y yo siento el dolor. - ¿Ves? Sientes porque es real.
- Sí... Entonces, ¿quiere decir qué puedo viajar a través de los mundos?
- Se ve que sí, es genial ¿no? - Marcos me sonríe. Me encanta que haga eso.
- Bueno, se puede decir que sí.
- Oye, has dicho que dormías en casa de tu mejor amigo, ¿no? Eso es extraño... ¿Seguro qué solo sois amigos?
- ¿Qué? ¿A qué viene esa pregunta? ¡Claro que sí! Si a él le gusta otra. - ¿A qué ha venido eso? La verdad es que me ha gustado que se preocupara por eso...
- Vale, vale. Era solo curiosidad... - Aparta la vista como un poco avergonzado. Yo con mi mano le agarro la barbilla y lentamente hago que nuestros ojos se encuentren. Entonces le sonrío.
- Vale, me parece que aquí ya no pinto nada así que me voy a ayudar a Lírio. - Me mira y me guiña un ojo. - ¡Pasarlo bien!.
Blanca cierra la puerta y se va. Marcos y yo nos quedamos solos y mis mejillas se están empezando a sonrojar. Él se levanta y me agarra de la mano.
- ¿Vamos a dar un paseo?
Accedo sonriente y los dos nos dirijimos a la puerta. Noto un cosquilleo en la pierna y veo como Byron trepa hasta mi hombro. Un escalofrío recorre mi cuerpo y el chico que está a mi lado agarrando cariñosamente mi mano se da cuenta.
- ¡Jajaja! ¡Les has caído bien! No te preocupes que no te hará nada.
- Lo se pero... ¿No lo puedes bajar?
- Me temo que es demasiado cabezón, en cuanto lo baje volverá a subir así que haz como si no estuviera.
Hago caso y abrimos la puerta para salir. Entonces empiezo a escuchar como la voz de David me llama. No, por favor, no quiero volver. ¡Ahora no!